Imagina despertar un día y sentir que el mundo que te rodea no es real. Las caras familiares parecen distantes, los lugares conocidos se sienten ajenos, como si vieras tu vida a través de un cristal empañado o en una película de la que no eres el protagonista, sino solo un espectador lejano. Esta extraña y perturbadora sensación, conocida como sentimiento de irrealidad o desrealización, a menudo acompaña a otro estado similar: la despersonalización, donde es uno mismo quien se siente irreal, desconectado del propio cuerpo, pensamientos y emociones.

Aunque estas experiencias pueden sonar a fantasía o trastorno mental grave, son respuestas disociativas que, en muchos casos, tienen una raíz profunda y comprensible: el trauma. Cuando la realidad es demasiado dolorosa, amenazante o abrumadora para ser procesada, la mente tiene mecanismos de defensa complejos para ayudarnos a sobrevivir. La disociación, en sus diversas formas, incluida la desrealización y la despersonalización, es uno de ellos. No es una locura, sino una estrategia de supervivencia extrema del cerebro para protegerse de un dolor insoportable.

En el PERIÓDICO PRO INTERNACIONAL, «el medio que amamos», creemos en iluminar los rincones menos comprendidos de la experiencia humana con verdad, empatía y un enfoque holístico. Este artículo se adentra en el sentimiento de irrealidad desencadenado por el trauma, explorando sus síntomas, las perspectivas que ofrecen la ciencia, la psicología, la neuroemoción y la biodescodificación, y, lo más importante, los caminos hacia una sanación integral que abarque el cuerpo, la mente y el espíritu.

El Misterio de la Realidad Ajena: ¿Qué Es la Desrealización y la Despersonalización?

La desrealización es una alteración de la percepción donde el entorno se siente irreal o extraño. Puedes sentir que el mundo es onírico, que los objetos no son sólidos, que las personas son como actores o robots, o que hay una niebla o barrera entre tú y el mundo exterior. El tiempo puede parecer acelerarse o ralentizarse.

La despersonalización, por otro lado, es una alteración de la percepción de uno mismo. Te sientes desconectado de tu propio cuerpo o mente, como si fueras un observador externo de tu propia vida. Puedes sentirte robótico, sin emociones, o que tus pensamientos y sentimientos no son realmente tuyos. A pesar de estas sensaciones perturbadoras, la persona generalmente mantiene el contacto con la realidad, sabiendo que lo que experimenta es una sensación, no la realidad objetiva (a diferencia de la psicosis).

Estos estados pueden presentarse de forma episódica o persistente y varían en intensidad. Pueden ser aterradores, generando miedo a estar perdiendo la razón, lo que a su vez alimenta la ansiedad y perpetúa el ciclo.

Síntomas Clave del Sentimiento de Irrealidad por Trauma

Los síntomas de desrealización y despersonalización varían, pero los más comunes en el contexto del trauma incluyen:

  • Sentimiento de estar desconectado o separado del cuerpo o de los procesos mentales.
  • Sentimiento de ser un observador externo de los propios pensamientos, sentimientos, cuerpo o acciones.
  • Sentimiento de que el entorno es irreal, distante, brumoso, sin vida, o como en un sueño.
  • Percepción distorsionada del tiempo o el espacio.
  • Entumecimiento emocional o físico.
  • Dificultad para reconocer rostros o lugares familiares.
  • Sensación de que los recuerdos no son propios o no son reales.
  • Intensa ansiedad y miedo a estar volviéndose loco.

Estos síntomas a menudo aparecen durante o después de una experiencia traumática, especialmente en situaciones de indefensión extrema, trauma crónico o complejo (abuso prolongado en la infancia, negligencia severa) o en medio de un evento estresante que revive sensaciones traumáticas.

La Perspectiva Científica y Neuroemocional

Desde la neurociencia, el sentimiento de irrealidad se entiende como una respuesta del cerebro ante una amenaza percibida como insuperable. Cuando el sistema de lucha, huida o congelación se activa ante un trauma, si la lucha o la huida no son posibles, el cerebro puede optar por la congelación (freeze) o la disociación como último recurso para minimizar el impacto psicológico y físico del evento. Es una especie de «cortocircuito» o «apagón» defensivo.

Las investigaciones sugieren cambios en la actividad cerebral, particularmente en las áreas relacionadas con la emoción (sistema límbico, como la amígdala) y la percepción de uno mismo y el entorno (corteza prefrontal, corteza parietal). Se ha observado una disminución de la actividad en la amígdala (reduciendo el miedo y la respuesta emocional al trauma) y una mayor actividad en áreas de la corteza prefrontal que pueden mediar la inhibición emocional y la auto-observación. En esencia, el cerebro se desconecta de la experiencia emocional y sensorial intensa para hacerla soportable.

La neuroemoción profundiza en cómo las emociones no procesadas quedan atrapadas en el sistema nervioso y el cuerpo, influyendo en nuestra percepción y estado de ser. La desrealización/despersonalización puede ser vista como una forma en que el sistema nervioso, abrumado por la carga emocional del trauma, intenta crear distancia para regularse, aunque sea de una manera disfuncional a largo plazo.

La Mirada de la Psicología Profunda y la Terapia

La psicología clínica y la psicoterapia consideran la desrealización y despersonalización como síntomas disociativos a menudo vinculados a Trastornos de Estrés Postraumático (TEPT), Trastorno de Estrés Postraumático Complejo (TEPT-C), trastornos de ansiedad (especialmente ataques de pánico) y otros trastornos disociativos.

Desde esta perspectiva, el sentimiento de irrealidad es un indicativo de que el sistema psíquico ha sido sobrepasado y necesita integrar experiencias fragmentadas. La terapia juega un papel crucial. Enfoques como la Terapia Centrada en el Trauma, EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimiento Ocular), IFS (Sistemas de Familia Interna) y la Experiencia Somática (Somatic Experiencing) son particularmente útiles.

Estas terapias ayudan a la persona a procesar los recuerdos traumáticos de forma segura, a construir tolerancia a las emociones difíciles, a reconectar con las sensaciones corporales y a integrar las partes disociadas del yo. No se trata de «curar» la disociación directamente, sino de sanar el trauma subyacente que la desencadenó, permitiendo que el sistema nervioso y psíquico recuperen su capacidad de estar plenamente presente.

Biodescodificación: El Mensaje Detrás del Sentimiento de Irrealidad

La biodescodificación propone que los síntomas físicos y psicológicos son manifestaciones de conflictos emocionales no resueltos, a menudo originados en experiencias traumáticas o vivencias de shock. Desde esta perspectiva, el sentimiento de irrealidad, la desrealización o la despersonalización podrían interpretarse como:

  • Un deseo inconsciente de «no estar aquí» o de «escapar» de una realidad percibida como insoportable o peligrosa.
  • Un conflicto de «no pertenecer» o sentirse ajeno en el propio entorno o familia.
  • Una estrategia del sistema para «morir simbólicamente» o «apagarse» para sobrevivir a una situación de peligro extremo donde la huida o defensa no fueron posibles (el «sentimiento de muerte» o «experiencia cercana a la muerte» simbólica).
  • Un conflicto relacionado con la identidad o la sensación de «ser uno mismo», quizás ligado a situaciones donde la identidad fue amenazada o invalidada.
  • Una forma de protegerse de sentir el dolor o la intensidad emocional asociada al trauma.

La biodescodificación no reemplaza la atención médica o psicológica, pero ofrece una lente adicional para comprender el posible origen emocional simbólico del síntoma, invitando a la persona a explorar las experiencias de shock o conflicto que podrían estar en la raíz de la desconexión.

Caminos Hacia la Sanación Integral

La sanación del sentimiento de irrealidad, especialmente cuando proviene del trauma, requiere un enfoque multifacético que reconecte la mente, el cuerpo y el espíritu. No hay una «cura» única, sino un proceso gradual de reintegración.

La Sanación Física: Anclarse en el Aquí y Ahora

Dado que la desrealización y despersonalización implican una desconexión del cuerpo y el entorno, las técnicas de conexión a tierra (grounding) son fundamentales. Estas técnicas ayudan a traer la conciencia de vuelta al presente y a las sensaciones físicas.

  • Conciencia Corporal: Sentir los pies en el suelo, la textura de la ropa, la temperatura del aire. Ejercicios simples como apretar y soltar los puños, o mover los dedos de los pies.
  • Activación Sensorial: Prestar atención a los 5 sentidos (5 cosas que ves, 4 que tocas, 3 que oyes, 2 que hueles, 1 que saboreas).
  • Movimiento Suave: Caminar, estirarse, bailar suavemente. El movimiento ayuda a liberar energía estancada y a reconectar con el cuerpo.
  • Regulación del Sistema Nervioso: Técnicas de respiración profunda y consciente, yoga restaurativo, o cualquier actividad que calme el sistema nervioso.
  • Cuidado Básico: Asegurarse de dormir lo suficiente, comer de forma nutritiva e hidratarse. El cuerpo necesita recursos para sanar.

La Sanación Emocional: Sentir para Integrar

El núcleo de la sanación radica en procesar el trauma subyacente y aprender a tolerar y regular las emociones. Esto casi siempre requiere el apoyo de un terapeuta especializado en trauma.

  • Terapia Trauma-Informed: Trabajar con un profesional que entienda la disociación y el trauma. Espacios seguros para explorar las experiencias pasadas.
  • Identificación y Nombramiento de Emociones: Aprender a reconocer y poner nombre a lo que se siente, incluso si es incómodo.
  • Regulación Emocional: Desarrollar habilidades para manejar emociones intensas sin recurrir a la disociación (ej. técnicas de DBT – Terapia Dialéctico Conductual).
  • Procesamiento del Trauma: Permitir que el cuerpo y la mente procesen los recuerdos traumáticos en un entorno seguro (terapias como EMDR, SE, IFS).
  • Auto-compasión: Entender que la disociación fue una estrategia de supervivencia y tratarse a uno mismo con amabilidad en el proceso de reconexión.

La Sanación Espiritual: Reencontrar el Sentido y la Conexión

El trauma puede fracturar no solo la percepción de uno mismo y el mundo, sino también la conexión con el propósito, el sentido y algo más grande que uno mismo. La sanación espiritual es vital para reintegrar la experiencia y encontrar significado.

  • Conexión con Valores: Reidentificar o descubrir los valores personales y vivir alineado con ellos.
  • Prácticas de Mindfulness y Meditación: Cultivar la atención plena en el presente, ayudando a anclar la conciencia y a observar los pensamientos y sensaciones sin juicio.
  • Conexión con la Naturaleza: Pasar tiempo en entornos naturales puede ser profundamente reparador y ayudar a sentirse parte de algo vasto y real.
  • Búsqueda de Significado: Explorar cómo la experiencia, por difícil que sea, puede ser integrada en una narrativa de crecimiento y resiliencia.
  • Conexión Comunitaria: Sentirse parte de un grupo o comunidad que ofrezca apoyo y comprensión.
  • Prácticas Espirituales Personales: Oración, contemplación, rituales personales que refuercen un sentido de conexión interna y trascendencia.

Integración y Esperanza: Reclamando la Plena Presencia

El camino para sanar el sentimiento de irrealidad es un viaje de integración. No se trata de borrar el trauma, sino de integrar la experiencia en la propia historia de vida de una manera que permita estar plenamente presente en el ahora. Es un proceso de reconstruir la seguridad interna y la confianza en la capacidad del cuerpo y la mente para procesar la realidad.

Es fundamental recordar que el sentimiento de irrealidad es un síntoma, un grito de ayuda del sistema que indica que hay un dolor no procesado que necesita atención. Al abordar la raíz traumática con coraje, paciencia y el apoyo adecuado, es posible disminuir gradualmente estos episodios y recuperar una sensación vibrante de realidad y conexión, tanto con el mundo exterior como con el propio ser interior.

La sanación es posible. Requerirá valentía para sentir, paciencia para el proceso y compromiso con prácticas que nutran la mente, el cuerpo y el espíritu. A medida que se procesa el trauma, el sistema nervioso se calma, y la necesidad de disociarse disminuye, permitiendo que la realidad, con todas sus complejidades, se sienta una vez más, real y habitable.

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